La clave para ser aceptada
En mi infancia era una niña llena de rabia, solitaria y asustadiza. No sabía entablar amistades y no estaba realmente segura si eso era lo que quería, La hora del recreo era la parte más dolorosa de mi día — me sentaba en las afueras del patio de recreo presintiendo que no querían que participara en sus juegos de la "Lleva" o de pelota de trapo. Observaba a los demás niños, aprendiéndome cada movimiento, y preguntándome si algún día sería capaz de entenderlo. Comencé a beber excesivamente a los trece años. No era para que me aceptaran — raras veces tomaba en compañía de otras personas — sino para apaciguar la desdicha que ya empezaba a hacerme estragos por dentro.
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