Somos iguales
Cuando llegué a la comunidad pensaba que no era racista porque no insultaba a las personas de una raza distinta a la mía, no les hacía un desprecio, ni tampoco los agredía. Pensé que no era machista porque yo no afirmaba que el lugar de la mujer era la cocina. Luego de unos meses de estar asistiendo al grupo, me empecé a dar cuenta de ciertas actitudes de las que yo no me había dado cuenta, porque nunca me había detenido a analizarme a mí mismo, o no me había querido dar cuenta, no quería reconocer unos defectos que yo no quería creer que tenía.
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