Con una sonrisa en sus labios
Han pasado ya algunos años desde que, cada vez que yo llegaba a visitarlos, la más pequeña de mis sobrinas apenas me veía, corría a esconderse detrás de su madre o se iba a su cuarto, porque yo casi siempre llegaba borracho. Tiempo después ella hizo su primera comunión, y yo fui invitado formalmente, como se invita a un hermano, ya que estaba en mis primeros meses dentro del programa.
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