Cabalgata fatal
Por situaciones que me cuesta comprender, tuve contacto con el alcohol cuando apenas tenía cinco o seis años de edad. Cierto día, mi padre me regaló un caballo que había comprado por la friolera de tres colones cincuenta centavos (el equivalente a un dólar con cuarenta centavos). Mi alegría era desbordante, y con gran orgullo recorrí las calles de mi pueblo.
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