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Noviembre / Diciembre 2007

El asunto ése de Dios

Hola, compañeros, mi nombre es Juanjo, soy alcohólico y hoy no he bebido. Hace unos días una compañera me preguntó cuál era mi idea de Dios. Le conté lo que pensaba, le gustó y me pidió que lo pusiera por escrito. Aprovecho la oportunidad para compartirlo con todas las personas que lean esta revista. Lo más importante que sé de Dios es que no soy yo. La vida es una realidad compleja y fascinante en la que hay asuntos sobre los que puedo actuar y otros en los que no. Todo aquello que escapa a mi poder (desde el tiempo que va a hacer el fin de semana hasta las opiniones y sentimientos de los demás, desde la duración de mi vida hasta las circunstancias que voy a vivir en el futuro inmediato) es asunto de Dios. Él sabrá. En la vida hay una zona misteriosa e incomprensible que nunca entenderé con mi cerebro humano. Sé que cuando empiezo a no comprender, me estoy adentrando en el territorio de Dios. Es especialmente importante para mí rendirme ante lo que no entiendo, pues mi soberbia es de tipo intelectual: yo debo entenderlo todo, porque de esta manera todo está bajo mi control. He bebido mucho, me he drogado mucho pensando que las sustancias químicas me abrían las puertas de la percepción.

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