Sueños rotos
Cuando salí de México hace veintisiete años, fue con un propósito y muchas esperanzas de triunfar, trayendo conmigo muchas promesas e ilusiones. Pero para que yo me viniera, tuve que implorarle a mi padre el permiso de viajar, cosa que era muy negativo de conseguirlo porque era yo la mano derecha de mi padre, ya que él sufría una enfermedad muy avanzada (ácido úrico) y yo era el tercer hermano de cuatro. Para mi padre fue muy difícil dejarme venir.
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