Sólo los tontos sufren
Yo tenía veintiocho años de edad cuando llegué a un grupo de AA en Guanajuato, México, era joven, pero mi apariencia era la de un hombre acabado, en ese tiempo la vida para mí no tenía sentido, a pesar de estar casado y con cuatro hijos, los días que estaba sin beber, no les encontraba sentido, me sentía como si no perteneciera a nada, como si no fuera de este mundo.
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