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Mayo / Junio 2003

Cuando un ahijado recae

Todo el año pasado estuve apadrinando a otro alcohólico que estaba trabajando intensamente en su programa, con mucha mayor intensidad que antes. No era la primera vez que lo intentaba, pero era la primera vez que lo hacía con sinceridad. Consiguió un padrino, empezó a hacer los Pasos y se podía ver claramente el milagro que se estaba operando en él. Pero luego, después de celebrar su primer año de sobriedad, empezó a ponerse demasiado autocomplaciente. Iba cada vez a menos reuniones, sus llamadas por teléfono se hacían cada vez menos frecuentes, y las veces que llamaba, podía notar cierta insatisfacción creciente en su voz. A las pocas semanas volvió a beber, y si bien aparece cada pocos días en las reuniones y recibe su ficha de 24 horas, todavía no ha podido volver a mantenerse sobrio. Todos se preguntan qué es lo que está haciendo.

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