Marzo / Abril 2014
Ahora confían en mí
Tenía una deuda pendiente con sus hijos: admitir sus defectos
A la edad de doce o catorce años correteaba por las calles de mi pueblo. Y por supuesto veía muchas personas ebrias y me burlaba de ellas, sin darme cuenta que se avecinaba una gran tempestad a mi vida. Veinte años más tarde estaba yo, igual o peor, enterrado en el alcohol.
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