El espíritu de la unidad
Hace unos veinte años estaba metido en cosas malas: me dedicaba a pollero (coyote), o sea, traficaba con mis paisanos para llevarlos a Los Ángeles y a sus alrededores. Un día me agarraron y no se imaginan la vergüenza que pasé en la cárcel, aunque sólo estuve preso ocho días. Esa experiencia me sirvió para cambiar de vida.
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