Apartado 1980

Apadrinamiento
Apadrinar a otros miembros de Alcohólicos Anónimos ha enriquecido mi sobriedad. Ayudar a otros AA con sus problemas me ha ayudado a no pensar en alguien más que en mí mismo. En una reunión que se realiza una vez al mes en una cárcel de mi condado, apadriné a unos presos. Nos tocaba comunicarnos por cartas pues sólo los podía ver una vez al mes. La mayoría de mis problemas dejaron de parecerme tan importantes. Me emocionó observar cómo mis ahijados tenían un despertar espiritual mientras vivían en un piso de alta seguridad y sin ventanas y luego eran trasladados a una cárcel con un patio donde podían respirar aire fresco. Ya no parecían las mismas personas que habían cometido crímenes. No me importaba hacer el viaje de trescientas millas y hacer fila por una hora larga un día caluroso. El sacrificio valía la pena.