Una herencia maldita

Soy unos de los pocos afortunados que han tenido el coraje o la suerte de salir de ese nefasto y degradante mundo del alcoholismo. Mi historial no difiere en gran cosa del de otros. Lo llamo herencia porque en tiempos de mi infancia el beber alcohol, fumar o propinarle la primera paliza a la esposa se consideraban el período de transición a la edad adulta. Si al chico en cuestión se le veía fumar, se decía: "se está haciendo hombre". Había incluso padres que iniciaban a sus retoños al alcohol a edad temprana, además de inculcarle el típico y ab* surdo machismo. La falta de expectativas de los medios rurales y la ignorancia eran el mejor caldo de cultivo para iniciar al individuo en cuestión en el mundo del alcoholismo. Todo eso fomentado por corridos, algunos reales y otros ficticios, acerca de grandes hombres: héroes, pistoleros y matones.