El primer día del resto de tu vida

El 27 de noviembre de 1995 comenzó como un día de rutina ara mí. Mi hija salió para el colegio, mi esposo salió para la oficina. A las 10 a.m. había vaciado mi café en el lavadero y había empezado a beber vino. Tenía que llenarme de energía para poder limpiar la casa y lavar la ropa. Un poco antes del mediodía mi esposo llegó a casa y me invitó a que saliéramos a almorzar. No quería ir pero, para no oír la misma cantaleta de que nunca quería hacer nada ni ir a ninguna parte, acepté. En el restaurante no pedí nada (no tenía hambre), y mientras mi esposo almorzaba me suplicaba que conversara un poco con él, Nuestra cita para almorzar fue silenciosa.