Julio / Agosto 2019 | AA en prisiones

“Vive y deja vivir”

Día a día, enfrenta sus resentimientos

“De veinticuatro en veinticuatro horas”, me dijeron las personas que me recibieron en una sala de Alcohólicos Anónimos, porque para alguien como yo, que vivo en el futuro, era imposible pensar que a la edad de veintitrés años iba a dejar de hacer lo que más me gustaba hacer: drogarme y alcoholizarme. Ya que, siendo honesto, era incapaz de reconocer el daño físico y mental que me causaba, y mucho menos el daño emocional a mis seres más cercanos, mis padres. Yo sufría de una falta de personalidad, y cuando andaba intoxicado me olvidaba de todo. 

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