Internada
Tengo veintitrés años y me encuentro en la cárcel cumpliendo una condena de un año por andar manejando borracha.
Comencé a tomar a los catorce años, bebía cuando ibamos de vacaciones a México, en Navidad y en Año Nuevo. Supe lo que es una laguna mental el día que cumplí veintiún años. Ese día me tomé tres botellas de tequila y mucha cerveza.
Desde ese momento comencé a beber sin parar, hasta que tuve el accidente por el cual estoy presa. Esa noche fuimos con mi novio a la casa de su amigo, ahí, ya con unos tragos demás, inicié una discusión y decidí irme.
Llamé a un amigo para que viniera por mí y como mi amigo también estaba tomado —en ese tiempo casi todas mis amistades bebían—me pidió que yo manejara.
Todo esto ocurrió en la ciudad de Pasadena, me puse a manejar en dirección a la autopista, iba a unas 65 millas por hora cuando perdí el control y me estrellé en contra de una pared.
La policía y los bomberos llegaron de inmediato y nos trasladaron al hospital. Gracias al Poder Superior estamos vivos, mi amigo con una herida en la cabeza que requirió diez puntadas, además de cuatro costillas rotas y yo con el tobillo izquierdo roto y un hombro lastimado.
Cuando salí del hospital lo primero que hice fue buscar un directorio de teléfono y así encontré mi salvación en un grupo de AA. Me di cuenta que mi vida iba por mal camino. Comencé a asistir a las juntas y me di cuenta que no estaba sola con esta enfermedad.
En los grupos he recibido mucho apoyo para mi recuperación y cuando salga, voy a buscar un padrino para practicar los Pasos. Soy una nueva mujer con metas y logros que quiero cumplir. Quiero darle gracias a La Viña porque me he identificado con sus historias, al leerlas crezco como mujer.