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Julio / Agosto 2008

He aprendido que hablar es la medicina que cura el temor

Estoy en la cárcel de Diboll, Tejas. Por causa del alcohol tuve un accidente y murió una persona. Después de estar aquí tres años alguien me sugirió que fuera a Alcohólicos Anónimos porque me ayudaría a obtener la libertad condicional. En el grupo me informaron que no era seguro, pero seguí asistiendo a las reuniones. Después conocí a un compañero que vino de otra prisión con más experiencia en A.A. y que por fortuna hablaba español. Me traduce las reuniones del inglés y me va animando cada vez más. Le pedí que fuera mi padrino.

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