El buen camino

En esta vida hay dos caminos, uno bueno y otro malo. Por lo general, los que hemos nacido con la predisposición de ser alcohólicos hemos elegido el camino malo, el que nos lleva a la perdición y al fracaso. En mi caso particular, tomé el primer trago a la edad de catorce años. Pasaba frente al único estanco que había en mi pueblo natal y allí había un hombre bebiendo con varios más. Me llamó y me dijo que le llevara una carta a su novia, y que cuando regresara me iba a dar algo. Cuando regresé, lo que me dio fue un vaso de "guaro” (aguardiente). Sin pensarlo dos veces, me lo empiné. Al ratito sentí que el estanco daba vueltas y me fui para mi casa, me acosté y empecé a vomitar. Tenía dolor de estómago y de cabeza y mis hermanos se dieron cuenta de que había tomado.