100 años

Me sentenciaron a cien años de prisión en una cárcel de máxima seguridad. Mis esperanzas se desvanecieron; me sentí desperado al contemplar un futuro carente de sentido en el que la vida me pasaba de largo. La gente solía decir que era una persona con potencial, con futuro, una carrera, un lugar en la sociedad. Pero las ansiedades, resentimientos y dificultades siempre se interpusieron en mi camino. Traté de llenar el vacío que sentía en el alma con muchas cosas, incluyendo el alcohol, lo que terminó llevándome al crimen y a la pérdida de mi libertad. Ya no tenía escapatoria, ni ninguna razón para seguir esforzándome. Pero entonces me hicieron conocer las salas de Alcohólicos Anónimos, en la propia prisión, y mi vida empezó a cambiar desde dentro hacia fuera. ¿Qué podría ofrecerme un programa de recuperación?