Una solución radical
Siempre estuve cerca de una sala de AA. Mi carrera de alcoholismo comenzó a temprana edad, entre catorce y quince años de edad. Todo comenzó como una travesura, robando el licor de mi abuelo. Mis hermanos y yo entrábamos a su casa que tenía cerrada con llave y comenzábamos a probar toda clase de licores que él tenía en su cantinita. Probábamos de uno y otro para que no se notara que lo hacíamos, se nos hacía tan divertido, los sabores eran muy buenos y dulces, y nos encantaba el efecto que sentíamos. Obvio, se nos calentaba la sangre y las orejitas, y después salíamos de ahí pues bien alegres y sonrientes.
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