Pura fantasía
Soy nacido y criado en un pueblo alejado de la ciudad. Cuando era niño, todos los fines de semana miraba a los adultos tomar cerveza enfrente de mi casa. En muchas ocasiones yo estaba entre ellos escuchando la conversación, hablaban de mujeres, de fiestas, diversiones y un sinfín de cosas.
A la edad de diecisiete años, cuando me tomé mis primeros tragos, repetí lo que había visto y escuchado de los adultos. Hablaba de fiestas, de enamorar a las muchachas y presumí de muchas conquistas.
Pero en realidad, todo era pura fantasia. La verdad es que había tenido desilusiones en el amor y el alcohol me ayudaba a olvidar. Mi mayor deseo era seguir estudiando al terminar la preparatoria, pero por falta de dinero no lo hice.
Ingresé al ejército y en poco tiempo conocí el ambiente que se vive en la capital de México, ese ambiente me gustó, música, mujeres y alcohol.
Cada final de quincena estaba en esos lugares. Todo era felicidad, alegría hasta que poco a poco el alcohol fue dominándome, tuve que pasar situaciones peligrosas, lagunas mentales, pleitos y la preocupación de mis padres.
Decidí venir a los Estados Unidos pensando que mi vida cambiaría. Y dejé de beber por cierto tiempo, pero en cuanto tuve contacto con el alcohol volví a mi vida de antes.
Me junté con quien es ahora mi esposa y tuvimos pleitos, la maltraté y la abandoné por estar con los amigos. En una ocasión, a causa de un incidente de violencia doméstica, pasé dos semanas en la cárcel.
Hoy, aunque mis padres no han tenido todavía la dicha de verme sobrio, mi vida ha cambiado. Gracias a el programa de AA sigo junto a mi familia y he recuperado la confianza en mí mismo.
Le pido a mi Poder Superior que me dé el privilegio de servir en AA y que me dé la oportunidad de ver a mis padres, para demostrarles cuánto los amo.
