Enero / Febrero 2008
Sobriedad a largo plazo
Si creo que “lo tengo”, quiero decir, si creo que entiendo perfectamente el programa de AA y estoy trabajándolo así, es una señal que no “lo tengo”, que estoy equivocado. La sobriedad es un trabajo en progreso; un viaje sin destino. Es la misma voz que me lo susurró hace unos 20 años: “tú no eres alcohólico” y afortunadamente no hice caso. Hoy en día esta voz me dice lo siguiente: “Sí, ya sabes suficiente sobre la recuperación y has asistido a bastantes reuniones. Eres un sabio”. Este segundo mensaje es fuerte y seductivo y es más difícil ignorarlo que el primero.A pesar de haber gozado de varios años de sobriedad buena con pocos trastornos y con miles de juntas de AA a mis espaldas, todavía tengo que enfrentar el desafío diario de mi comportamiento y de mi sobriedad emocional y espiritual. ¿Cómo soy? ¿Cómo trato a los demás? ¿Soy intolerante a las opiniones de mis compañeros? ¿Llevo mi sobriedad con sinceridad y humildad? ¿Soy honesto al trabajar el paso 10 con frecuencia? ¿Vivo según mis valores (positivos) que he descubierto y desarrollado durante los años de mi sobriedad?
La mía es una conciencia que es negra y blanca, con poco lugar para el gris. Quiero decir que mi conciencia es rígida y me conoce bien y esto funciona para mi bienestar. La autocomplacencia, sentirme demasiado seguro de mi mismo y la intolerancia, nacen y crecen silenciosamente después de experimentar meses, incluso años de sobriedad, sin demasiados conflictos grandes. Lo acompaña un modo de arrogancia, una actitud de indiferencia marcada por una falta de humildad, cinismo y grandiosidad. En este estado, me he visto viviendo en mi propio mundo de sabiduría especial, creyendo tener conocimientos de grandes hechos que no están al alcance de la gente en general. Este peligro a mi sobriedad no es obvio, es sutil e insidioso y cuando menos me lo espere es cuando se expresa en mi comportamiento. Puedo cruzar la línea hacia el mal comportamiento como si estuviera soñando, como si fuera algo surrealista. A pesar de darme cuenta de que mi conciencia me castigará, esto sigue ocurriendo de vez en cuando. Es difícil pararlo cuando va “dirigido” por una reserva de resentimientos y negatividad, sin haberle aplicado el décimo paso. Recuerden las palabras del Libro Azul—el alcoholismo es astuto, desconcertante y poderoso.
La sobriedad efectiva nos da una ventaja enorme para enfrentarnos a los desafíos de nuestras vidas porque cada día nos encontramos con nuevas lecciones y la gente que está recuperándose goza de las posibilidades de reconocerlas. Esto significa: reconocer que (las lecciones) son lecciones, y que se aprende algo de ellas. La sobriedad me da el privilegio de usar los dones del Poder Superior en la manera que Él quiera. Una recaída emocional disminuye esta habilidad y me trae repugnancia conmigo mismo. Siempre existe el peligro de solamente experimentar la lección y no aprender nada de ella. Yo he gozado de mi sobriedad, pero no quiero decir que no me he equivocado de vez en cuando. Sí, definitivamente he cometido varios errores mientras he estado sobrio. Mi meta ahora es no repetirlos.
Si tenemos un año de sobriedad o 30 años, el desafío es el mismo. Cuando hablamos de vivir un día a la vez es importante incluir y trabajar un programa de acción según los doce pasos y que concuerde con mis propios valores. Para mí, esa acción es no tomar, no entrar en la cantina, trabajar los pasos, leer el libro grande, relacionarme con otros de AA, consultar con un padrino y asistir a las juntas. Las reuniones son muy importantes porque me dan información sobre mi estado emocional actual y mi forma de reaccionar ante los demás me muestra “dónde estoy” respecto a la sobriedad emocional. Llevo el Libro Grande a mi lado en el coche para poder tocarlo de vez en cuando para recordarme quién soy yo. Sí, soy un alcohólico que quiere progresar y crecer en la sobriedad.
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