Mi divorcio de los demonios

Mi mayor demonio siempre ha sido el miedo, que me ha perseguido sin darme tregua. Bebí el licor para silenciar las voces implacables. El dolor me condujo hasta AA  dónde con avidez me subí al bote salvavidas. Había estado remando en mi bote por cuarenta y tres años, pidiendo a gritos que alguien me trajese el otro remo y me enseñara a remar en la corriente rápida de la vida. Con el amor de la gente de AA, aprendí a navegar aguas más tranquilas. Recientemente, celebré veintiséis años de sobriedad. Pero no siempre ha sido una navegación plácida.