Todos vestidas de blanco menos la novia
Durante mi quinto año de sobriedad, me deprimí mucho. Me sentí como si estuviese en un callejón sin salida. Todavía estaba haciendo las mismas cosas que siempre había hecho — iba a muchas reuniones, apadrinaba mujeres, trabajaba con mi madrina — pero sentía que nada marchaba bien. Lo traje a colación en las reuniones y hablé al respecto con algunas personas. Descubrí que mucha gente parece pasar por períodos así. Me hicieron muchas sugerencias, pero la que escuché con más frecuencia fue, “¡Trabaja con los otros!”
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